Creo que una de las ventajas de trabajar como decoradora e interiorista es que debemos estar siempre aprendiendo, pero lo más importante, debemos aprender a escuchar a nuestros clientes para captar la esencia del trabajo que vamos a abordar.

Un lienzo en blanco. Eso mismo nos pasó con este ambicioso proyecto de reforma integral. Partíamos de un lienzo en blanco, es decir de un local diáfano, en el centro de Gandia, de 240m2. Toda una joya para dejar volar nuestra imaginación. Pero tuvimos que poner los pies en el suelo por las exigencias que el cliente nos solicitaba para poder crear un ambiente abierto, pero a la vez con rincones especiales donde vivir experiencias gastronómicas únicas.

Materiales con carácter y personalidad. Una cocina honesta basada en la dieta mediterránea, con productos de primera calidad, naturales y de temporada, fueron la base principal en la que nos basamos para desarrollar todo el concepto creativo del espacio.
La madera, el cemento o el aluminio, nos trasladan a un espacio industrial pero a la vez acogedor y natural, gracias a la utilización de los espectaculares papeles pintados y del color: un elemento imprescindible para conseguir un efecto impactante y llamativo que no deja indiferente a ningún cliente.

Además, y para conseguir el efecto acogedor y cómodo para pasar una velada inolvidable empleamos mi material fetiche, los tejidos. En forma de alfombras, tapizados y cojines, llenamos el local de este tipo de complementos decorativos para lograr el efecto que nos habíamos propuesto: que el cliente se sintiera como en casa. Y, modestamente, creo que una vez más, lo hemos conseguido.